Cómo buscar oro enterrado
Buscar oro enterrado debería ser más fácil en la actualidad que hace cientos o miles de años, cuando las culturas antiguas a lo largo de todo el planeta lograron extraer increíbles cantidades de este metal precioso. Incluso en épocas más recientes, donde la fiebre del oro llevó a miles de personas a buscar oro en ríos de forma artesanal, no disponían de los avances tecnológicos de hoy en día, especialmente de detectores de metales.
Buscar oro enterrado puede convertirse en una tarea azarosa y casi imposible si no tienes ni la menor idea de dónde empezar a cavar, por lo que sin la ayuda de un detector de metales encontrar una veta subterránea de oro sería poco menos que una casualidad. Incluso contando con la ayuda de un detector de metales sigue siendo una tarea realmente muy complicada.
Hoy en día existen detectores de metales capaces de discriminar entre diferentes metales, siendo por lo tanto mucho más adecuados para buscar oro enterrado… pero aún así esto no es ninguna garantía. Comprar un detector de metales profesional suele ser demasiado caro para un buscador de oro aficionado que practica esta actividad como una diversión en su tiempo libre. Por este motivo casi todos los aficionados a buscar oro lo hacen exclusivamente en ríos usando la técnica de bateo.
Sin embargo antes de la existencia de los detectores de metales ya había personas que buscaban oro o grandes tesoros bajo tierra… ¿Cómo lo hacían?
La radiestesia es un método empleado por muchos buscadores de oro para obtener puntos de atracción en un mapa evitando así el esfuerzo de recorrer enormes extensiones de terreno retrasando su trabajo durante meses, e incluso años. Consiste básicamente en usar un péndulo para obtener ubicaciones en el mapa. Estas técnicas, consideradas seudocientíficas se pueden emplear también sobre el propio terreno. Esta práctica era realizada por los zahoríes. Los zahoríes afirman ser capaces de detectar la existencia de flujos magnéticos, corrientes de agua, vetas de minerales, lagos subterráneos, etc. a cualquier profundidad, mediante el uso de varillas, orquillas o un péndulo.
Otra forma habitual de buscar oro enterrado era seguir el curso de los ríos, buscando las zonas de mayor concentración de oro, para finalmente remover grandes cantidades de tierra a través de explotaciones mineras con la ayuda de una gran cantidad de mano de obra humana. Esta práctica era habitual en los grandes imperios de la antigüedad, como por ejemplo los romanos, que disponían de miles de esclavos para realizar estas tareas. En muchas de estas antiguas minas de oro aún hoy en día se siguen realizando labores de extracción con la ayuda de modernos equipos.
Finalmente, otra opción para encontrar oro enterrado es dedicarse a la recuperación de antiguos tesoros perdidos que han quedado olvidados y enterrados hace mucho tiempo. Aunque en la actualidad existen empresas dedicadas a esto que destinan grandes presupuestos para este objetivo, a lo largo de la historia han existido siempre buscadores de tesoros a pequeña escala que han tratado de recuperar antiguos tesoros.